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6.1.11

La LLUM en contra dels LLUMS

Entre els cants i melodies que naixen del cor de la Terra,
dues persones sinceres es troben amb la personal harmonia,
que sols la presència d’un poc de la viva llum del dia
desfa l’elegància a qui amb cura eixe sentiment s’aferra.

I en la soledat de la nit
tot sentit canvia,
tot sentit és harmonia
en la companyia de la dolça nit.

Les ciutats ja no llueixen tot l’esplendor de cultura,
doncs és el Sol, per a esta terra, nostra llum portadora de vida.
Però als amants això poc importa on esta nit és a l’amor a qui es crida.
A la amant això gens li importa, doncs és la bellesa qui l’acompanya amb cura.

Per què no és sempre de nit, inclòs quan és de dia?
Per què a l’albada no continua este somni, somni de vida?

La nit és la porta que permet els pas dels llums
que il•luminen els teus astres i estels, i a nosaltres,
dos enamorats que mai s’hagueren trobat entre altres,
també ens il•luminen els llums, llums que no són sinó els teus ulls.

17.8.10

Batekoa, el único

LAMENTO

- “Habrá un día en que la Tierra se tragará todo cuanto en su superficie haya, pues el hombre se ahogará en su propia desgracia”. Hermanos, es la hora de arrodillarse ante el inmenso poder de la tierra que se nos concedió, la malgastamos y ahora se va a cobrar miles de años de padecimiento. La breve cita con la que empieza este lamento es del gran sacerdote inca Abdljabdeiyme, que sonó por primera vez en el sacrificio de dicho sacerdote en el 1432 antes de Cristo. Nos sirve perfectamente para nuestros tiempos. Hemos malgastado los recursos que la Tierra, este bello paraíso convertido ahora en un estercolero, nos dio gratuitamente. Hemos hecho desaparecer animales grandiosos y monumentales de gran valor para la vida por un simple día de caza con los amigos para una simple y transparente diversión. Pues bien, como hemos sido tan alocadamente irresponsables, podemos empezar a despedirnos de los bosques que destruimos y volvimos, o al menos intentamos, a construir, los ríos de incesante agua clara, los grandes mares explotados también por el hombre, manchados de grandes cantidades de odio, de guerra, de miseria, también nos podemos despedir de aquellos monumentos históricos de aquellos verdaderos hombres de la antigüedad, que incluso reconocían sus pecados y se sacrificaban por ellos, como el gran Abdljabdeiyme, esos monumentos que destruimos y que tan sólo quedan grabados en pequeñas cintas de vídeo imposibles de visualizar por el paso de los años. Nuestro fallo ha sido enorme. Lo que ya fue predicho está a punto de ocurrir. Para algunos será el día del Juicio Final, para otros la entrada al paraíso prometido, para otros la salvación divina, pero para todos es el último momento que estaremos en nuestro planeta, nuestra Tierra querida, pero ahora ya no podemos hacer nada. Esperemos aprender la lección y que el Rey del Cielo nos traiga de nuevo la paz".
Cuando el hermano Pierre acabó de hablar, el planeta se silenció eternamente. Era un silencio de responsabilidad, de culpa, de miseria, de perdón, de castigo del alma. Todo el mundo sentía un nudo en su interior incapaz de resolver. Era un sentimiento tremendamente vergonzante, sabían que iban a morir, pero que no iban a hacer en paz ni con su propio interior. Casi al mismo tiempo, todos los seres que habitaban la Tierra se arrodillaron y, ante ellos, las negras nubes cerraron paso a la luz oscureciendo de pleno el planeta, como si quisieran tapar un crimen o una especie de masacre que no podía revelarse a otros lugares. En la mente de todos los seres vivos del planeta aparecían las mismas escenas que los castigaban fuertemente. Eran unos animales feroces que los fustigaban con látigos con espinas en las puntas. Conforme la oscuridad iba haciéndose mayor, la gente más sufría. Cuando el planeta quedó completamente apagado, la sangre empezó a salirles por los oídos, los ojos, la boca, el ano y los poros sudoríparos. Empezó entonces a formarse una tormenta silenciosa entre las nubes negras, se veía los rayos iluminando el interior de la nube haciéndola parecer de un color grisáceo que se observaba desde el suelo de la Tierra. Todo era silencio. En ese instante dejaron de llorar y sudar sangre, pues solo les quedaba una pequeña cantidad. Fue en ése momento cuando un gran rayo atravesó la capa de nubes negras con un enorme estruendo de chirriantes sonidos y fuertes temblores. Era el rayo de la muerte. En la nube quedó grabado el rayo con una forma extraña. El maravilloso estruendo mortal duró unos dos minutos. Cuando terminó, las mentes de todo lo vivo se nublaron y se les embizcaron los ojos. Empezaron a vomitar sin pausa alguna hasta que devolvieron la propia sustancia verdosa de nominada bilis, el jugo ácido que les quemó la boca y la lengua. Una vez devuelta la bilis, se les hincharon los ojos embizcados y su sangre, la cual estaba en escasez, se empezó a multiplicar tan rápidamente que en cuestión de segundos tenían todos los vasos sanguíneos a reventar, marcándose en gran cuantía en las extremidades y la cabeza. Seguidamente se les reventaron los dedos a los hombres y donde antes se albergaban una figuras perfectas, ahora había un desgarro de carne donde se apreciaban los nervios intentando mover los dedos sin respuesta alguna, los huesos salidos de su lugar y los capilares con pequeños agujeros que se hacían más grandes y por donde acabó saliendo toda la sangre de las manos hasta quedar éstas de un color morado pálido que se convirtió en azul en cuestión de minutos. Al terminar este acto, las extremidades de los animales empezaron a desgarrarse fieramente y la sangre salía a borbotones. Las aves perdieron las plumas y el pico les cayó al suelo rompiéndose en mil añicos, dejando así paso libre a la sangre que se derramaba sin cesar. Los pequeños insectos explotaban como pequeñas bombas y cubrían todo de manchas azules. Los reptiles y los peces perdieron las escamas y sus aletas y patas empezaron a reventarse, dejando así solo el tronco en todos los animales y la preciosa cabeza con los ojos embizcados y los vasos sanguíneos salidos rodeando a los ojos hinchados de manera bestial. Los troncos de los seres de les abrieron en canal, dejando paso a una visión espantosa. Los órganos que antes desempeñaban funciones vitales para asegurar la vida de de los seres, se habían convertido en criaturas que desprendían ácido y hacían que el cuerpo se fuera abriendo hasta que el propio ácido que desprendían acabó por matarlos a todos. La cabeza permaneció intacta por momento, hasta que con un malévolo ¡crac!, el cráneo se partió en dos como un coco y el cerebro quedó a disposición del viento. Terminó definitivamente con la vida de los seres la explosión de los ojos y de los vasos sanguíneos de los rostros, dejando una boca abierta, desdentada, con la lengua podrida y una nariz rota, sangrienta.


EL NUEVO αLFα

Cuando la gran masacre acabó, la Tierra fue absorbiendo los cuerpos desgarrados retorcidamente hasta que tuvo que absorberse a sí misma dejando tan solo los restos de huesos y troncos de plantas y animales. Los troncos y los huesos se fundieron creando una tierra firme capaz de albergar todo tipo de vida. Era una esfera perfecta con una cueva un tanto profunda. En el fondo de la cueva había un pequeño estanque de agua que emanaba sin cesar un brillo plateado que lo caracterizaba. Al borde del manantial empezaban a brotar los primeros tallos de una planta de extraña forma. Era de colores verdes, amarillos y morados, de todas las variedades y tonos posibles entremezclados entre sí. A los pocos días, la planta había atravesado el suelo y salía a la luz del sol, fue en ese momento cuando se multiplicó en gran cantidad y se elevó unos treinta metros sobre la superficie. Cuando se culminó su crecimiento, empezaron a brotarle flores de muy diversos colores. Pero ella sabía que había un inconveniente, y era que los seres que tuvieran que nacer necesitarían agua y luz, así que se creó mediante sí misma un mecanismo de subida de agua del manantial de agua celestial y pura, de manera que el agua ascendía por dentro de su tallo y en su yema empezaba a brotar bañando a la planta y creo unas montañas con sus raíces y llenó todo con el agua que emanaba creando así mares y continentes. Esto sucedió en unos cuatro días. Cuando todo estuvo preparado, la planta floreció plenamente. Se deprendieron todas las flores y, de cada una salía un ser diferente caracterizado por el color del que venía, así habían peces morados con reflejos dorados que volaban por el cielo, conejos que vivían en el agua, magníficas aves que escupían fuego. Cuando todo estuvo poblado, florecieron dos flores más, una verdeazulada y otra rojiza. De la flor verdeazulada nació, mediante una explosión luminosa silenciosa una bella sirena pelirroja, con unos senos, que darían alimento al ser que todos esperaban, cubiertos por dos conchas plateadas, y una magnífica cola verdeazulada con reflejos rojizos y dorados que dejaban boquiabiertos a cualquiera. De la flor rojiza nació de una manera curiosa otro ser poderoso. Cuando la flor cayó al suelo, empezó a arder y se elevó dando vueltas muy rápidamente. Aumentó el tamaño de la bola de fuego conforme más rápidamente giraba. Cuando se situó a unos metros sobre el ojo de la planta, salió volando un ser magnífico que con tan solo verlo imponía poder, sabiduría y elegancia en estilos perfectos. Era un ser compuesto por una especie de caballo, pero donde debía tener la cabeza se elevaba la cabeza de un águila, y sobre el lomo de su cuerpo se extendían dos alas de gran envergadura. Su plumaje era rojo con reflejos dorados, del pico de color rojo chillón salían llamaradas de fuego ardiente. Sus ojos negros imponían orden a cualquier distancia, pues su vista era genuina. El cuerpo del animal era anaranjado y tenía un pelaje especia en la cola y la parte inferior de las patas, puesto que era fuego brillante que no quemaba, pero si se enfurecía crecía de tamaño y era capaz de quemar todo a su alrededor. Sus alas enormes eran doradas y rojas, que brillaban a gran distancia y era capaz de verse desde cualquier punto de la Tierra. Este ser, junto con la sirena, serían los reyes de la nueva era de la Tierra. Se harían llamar Junghem, el poderoso, y Saymei, la bella. Durante años todo fue magnífico es esa tierra prodigiosa, que decidieron llamar Kin, y los maravillosos mares que llamaron Luen.

CULPABILIDAD, PERECIMIENTO, DESGRACIA

En un universo muy lejano de donde se encontraba la nueva Tierra, había una zona donde no llegaba la luz se Sol. Eran las oscuras tierras de Darknessdye. En esas tierras todo era odio y rencor. En ella se encontraban los seres más bestiales y aterradores que se pueden imaginar. A esa malévola tierra acudían las almas de los seres que habían hecho algún acto que les culpara durante toda su existencia, la eternidad. Era lo que los humanos denominaban el purgatorio. Allí habían animales extraños a los cuales les faltaban cabezas, extremidades, tenían veinte ojos, pinchos estridentes, colas amenazantes que deseaban golpear a los hombres.
Todos los animales que habitaban la Tierra perecieron en un sacrificio bestial que acabó con la enorme comilona de los monstruos, que se comieron a todos los animales de una única vez. Para ellos fue un manjar delicioso. Los humanos que lo vieron se volvieron locos de ver a los animales desgarrados por los monstruos, pues al viajar a otro universo habían vuelto a recobrar la materia de que estaban compuestos. Cuando llegó el turno de los humanos los monstruos les mostraron dos opciones, o bien se unían a ellos, o bien resistían y morían en el intento. Muchos se unieron a ellos en intento de salvar su vida, pero el hombre era un manjar demasiado extraordinario como para dejarlo pasar por simplemente unirse a ellos en ese mundo de desgracia, desorden y oscuridad, reinado por el caótico Huinhmrac, el más enorme de los monstruos que se podía observar desde varios kilómetros de distancia. Era de una altura desbordante, de color negro y con protuberancias en forma de cono en los brazos y las piernas, vestía un taparrabos que se hizo con piel de hombre. Lucía una cabellera descuidada, grasosa y larga de color negro azabache. Tenía adornos metálicos por toda la cara y llevaba pintada una gran serpiente de dos cabezas en su pecho. Cuando los hombres lo vieron por primera vez, recordaron la figura que dejó el rayo en la nube. Era exactamente la misma figura, una serpiente con dos cabezas que unían sus lenguas en un nudo. Al recordar esta imagen creyeron que era su fin, pero aún les tocaría padecer durante muchos años más.

BATEKOA

Mientras tanto, en la tierra de Kin y Luen se vivía maravillosamente. Junghem y Saymei se encargaban de que todo marchara maravillosamente. Un día, un curioso animal al que llamaban Gossip preguntó a Junghem:
- Sabio rey, poderoso profeta, ¿de dónde procedemos?, ¿de la Planta de la Vida?
- Efectivamente, querido Gossip.
- Y, perdonad si os molesta mi pregunta, ¿de dónde procede ella?
- ¡Oh! Esa es una gran pregunta, inexplicable, por cierto, pero que creo que te gustará averiguar. Conozco una historia que hablaba de una cueva situada en el interior de nuestra tierra, pero no he encontrado nunca la entrada. Amigo mío, ¿qué tal si me ayudas?
- ¡Oh! ¡Señor! Muchas gracias, querido rey Junghem. Vos sois lo…
- Déjate de pamplinas, Gossip. –interrumpió el rey- No hay tiempo.
En ese momento, Junghem y Gossip fueron a visitar a la reina Saymei y le comentaron que iban a buscar la entrada a la cueva. La reina vivía en un palacio cerca del palacio del rey Junghem. Estaba en el agua. Tenía una entrada terrestre y una marina. Ellos entraron por la terrestre y esperaron a que la reina saliera. Apareció sentada en un trono por el que caía agua marina para refrescar a la reina. El trono salió del mar girando lentamente. Le comentaron lo que iban a hacer y ella dijo:
- Querido Junghem, sé que debería haberte contado esto, pero sé dónde está esa cueva. Tengo miedo de entrar porque la entrada está cubierta por la Planta de la Vida. Si ella nos concediera una audiencia, podríamos intentar averiguar por qué cerró la entrada de la cueva de esa manera. Por favor, no intentéis entrar a la fuerza. Pedid una audiencia.
- Tranquila Saymei, así lo haremos.
Junghem dijo a Gossip que él sólo debería subir a la yema de la planta de la vida y hablarle. Gossip lo entendió y esperó abajo. Al cabo de unas horas bajo con una sonrisa de oreja a oreja. La Planta de la Vida les había abierto la puerta. Se celebró una fiesta y, al caer el sol, como bien les había indicado la planta, oirían un llanto. Ése sería el momento de entrar. Ellos esperaron.
Efectivamente. Cuando el último rayo del Sol se fue por el horizonte, un llanto se oyó por toda la tierra y, el rey Junghem y la reina Saymei entraron. Allí se encontraron con un pequeño humano. Parecía muy sensible y frágil, así que Saymei pidió a la Planta de la Vida su transformación a humana para poder cuidar de él. La planta se lo concedió.
La planta anunció una nueva festividad lanzando luces de colores al cielo. Indicó a Junghem y Saymei el destino de su hijo. Debería salvar a los pobres humanos arrepentidos de sus actos. Junghem enseñó a Batekoa, el único humano viviente, las artes de la guerra, pues debería enfrentarse a monstruos malvados. Saymei le adoctrinó en la sabiduría del pensamiento y la razón. De la enseñanza de los dos salió un perfecto guerrero e importante pensador, un sabio de su época, el único en su especie, por lo que le llamaban Batekoa, el Único.
Cuando la humilde Planta de la Vida le indicó el camino que debía seguir, Batekoa era ya un hombre hecho y derecho. Su velocidad era igualable a la de los guepardos alados, que corrían a más de doscientos kilómetros por hora. La fuerza de sus pectorales era impresionante. Era capaz de levantar una tonelada por cada brazo. Su belleza era impresionante. Todas las hembras deseaban estar a su lado. Era moreno castaño y con ojos azules. Su piel bronceada era muy parecida a la canela salvaje. Cuando se tuvo que transportar mediante la magia antigua de la Planta de la Vida, todos los seres del mundo estuvieron pendientes de él.
Cuando apareció en las tierras de Darknessdye, los monstruos se le aparecieron. Entraron en batalla durante largas horas, pero él fue capaz y poco a poco venció a todos los monstruos presentes. ¿Todos? No, quedaba el peor de todos, Huinhmrac. Batekoa estaba cansado, pero empuño su espada y se dispuso a pelear. Cuando Huinhmrac lo vio, empezó a temblar y a sudar a borbotones. No sabía porque le ocurría eso. En un instante, la luz del Sol empezó a brillar y Huinhmrac empezó a hervir vivo. Su pintura pectoral salió disparada convirtiéndose en una serpiente grande, enorme, con dos cabezas. Batekoa cogió sus lenguas viperinas y las unió de singular modo que montó sobre la serpiente y ésta le condujo donde estaban los restantes humanos.
Tan solo quedaban tres humanos, John, Helga y Davinia. Estaban flacuchos y débiles, pero sonrieron de igual manera cuando lo vieron llegar. Aquel símbolo que varias veces les indicó la muerte, ahora era su salvación. Batekoa indicó:
- Mi nombre es Batekoa, soy el indicado para salvar vuestras vidas arrepentidas del grave error que cometisteis. Utilizaremos la magia antigua que reina en mi tierra, procedente de la Planta de la Vida, para poder transportarnos de nuevo a mi reino.
Los humanos se cogieron de la mano de Batekoa. Éste cerró los ojos y empezaron a ascender. En unos minutos llegaron de nuevo a la tierra de Kin y Luen. Los recibieron con halagos y con un gran banquete. La humanidad se había salvado.


EPÍLOGO

A los pocos días, Batekoa sufrió unas fiebres extrañísimas de las que murió. Antes de morir, dedicó unas palabras a la tierra de Kin y Luen, difundidas por la Planta de la Vida.
- No hace mucho que este reino es resplandeciente. La Planta de la Vida lo consiguió. Pero he de revelar el verdadero origen de nuestro pueblo. A muchos os asombrará, pero sé que ha tres de vosotros os complacerá esta noticia. Nuestro reino está asentado sobre los antiguos escombros de un gran planeta, que cometió un gravísimo error. Se hirió a sí mismo de una manera muy cruel y llegaron a ser de los más poderosos a los más vulnerables. Un cataclismo Hizo morir a muchos millones de seres y los hundió en una pequeña esfera. Los huesos y los troncos de los seres formaron la tierra que estamos pisando. Su agua es nuestro manantial, nuestro mar. De modo que quiero recordar que bajo nuestros pies moran los cuerpos de los seres que habitaban la Tierra. Unos seres de extraordinaria mente, pero de fallos torpes. Eso les costó la vida. Ahora el poder de nuestro planeta KinLuen reside en estos tres seres. El perdón les ha llegado, ahora son dignos de reinar, pues de su boca solo salen palabras de amor, bondad, de bien. Mi muerte espero ya con ansia, pues mi gran hazaña ya ha terminado. ¡Gloria a John! ¡Gloria a Helga! ¡Gloria a Davinia!
Cuando acabó de hablar, Batekoa cerró los ojos y expiró. Su cuerpo ascendió al cielo y en un estallido de luz, mil cenizas se esparcieron por todos los universos, bañándolo todo de alegría, felicidad y amor.

20.4.09

RECUERDOS

Ésta nueva historia, bastante más triste que la anterior, es fruto de la imaginación en momentos en los que uno no se encuentra lo bastante feliz como para poder sonreir y solo piensa en el dolor.
No sé si os agradará, pero igualmente, creo que es digna de salir a la luz.

RECUERDOS

Se echó a llorar sobre mis hombros abrazada sin poder soltarse, sin quererlo tampoco. Le susurré al oído palabras de ánimo, pero vacías y oscuras, palabras sin sentido, pero sólo por el intento, me dibujó una falsa pero amable sonrisa.
- No tienes ganas de sonreír - le dije - Mis palabras son vacías, lo sé; pero no te conozco de nada. Aún así, siento tristeza por no saber cómo ayudarte.
- No sientas tristeza y perdona el impulso, pero no tengo nadie en quién confiar. He hecho algo muy injusto y grave. No sé cómo debo sentirme, me siento vacía, sola, sin ganas de vivir. Me gustaría dejar de respirar, pero de nuevo vuelvo a coger ese aire frío, congelador, que me mata poco a poco. Cada bocanada de aire puro es una nueva cuchillada clavándose en mi alma, un alma oscura, falsa, llena de mentiras, de odio, de dolor y de lágrimas – dijo, dejando resbalar una lágrima por su mejilla.
- Puedes confiar en mí – dije, esperando, no sé porqué, la respuesta contraria.
- No temas por mí. He acabado conmigo misma. Ya no me queda nada en esta vida. Dudo que volvamos a vernos, pero, de todas formas, gracias.

Se dio la vuelta y echó a correr calle abajo. La perdí en la distancia. Al verla marchar sentí miedo, incluso terror por ella. Temía que hiciera alguna locura.

A los pocos días recibí una nota extraña. “Ven a la fuente del parque de centro. Te espero”. Me quedé muy extrañado, pero no sé porqué reaccioné impulsivamente a ir a la fuente. Sabía que allí la iba a encontrar, y eso ocurrió. Allí la vi, pálida, temblorosa, con el pelo deshecho y los labios morados. Dejé caer mi mano en su hombro y saltó de repente. La vi decaída y muy agotada.

- Llevo esperándote tres días – dijo, con lágrimas en los ojos – Quiero darte… ¡Toma! Léela cuando me vaya y ya no puedas verme. ¡Prométemelo! Por favor… Eres lo más importante de mi vida…

Me quedé algo parado. Yo nunca había sido nada para nadie, y mucho menos lo más importante en su vida… Yo era un espíritu malvado que había hecho mucho daño a gente inocente. No me merecía que me quisieran. Pero aún así, le respondí: “Te lo prometo”.

Esbozó una sonrisa y sus ojos se llenaron de nuevo de lágrimas. Lágrimas que yo acogí entre mis brazos. No dijimos nada. Cuando se calmó y dejó de llorar, alzó la mirada hacia mi cara. Dejó la mirada quieta en mis ojos. Me fijé por primera vez en sus ojos. Eran de un azul muy claro, casi blanco, y contrastaban con el marco morado de los ojos. Entonces vi, del mismo color, sus labios. Noté cómo se acercaban, pero no quería formar parte de esa historia.

- ¡NO! Te haré mucho daño… - le dije llorando.
- Pero yo… yo…

Echó a correr llorando mientras el cielo se tornaba gris oscuro. Me quedé solo en el parque, ya nada importaba. Puse mi mano en el bolsillo y noté el tacto del papel. Lo saqué y hallé la carta que me había dado la joven. La abrí i la leí. Las dos primeras palabras dieron un vuelco en mi corazón. “Te quiero”, decían. No pude seguir leyendo por ese instante. Pasé largas horas pensando cómo se habría podido enamorar de mí. Entonces la reconocí. Vi en sus ojos aquella niña pequeña que siempre me seguía a todas partes y cuando le hablaba se ruborizaba. Creía recordar que se llamaba Rocío, pero no lo supe ciertamente. Entonces continué leyendo. “Quiero que vayas cada día al árbol del acantilado. Te esperaré allí cada atardecer, pase lo que pase, aunque mi espera sea eterna. Nunca me separaré de él, pues me unirá a ti por siempre”.

Después de leer esto, deje la carta sobre un banco y, arrodillado, empecé a llorar mientras la lluvia caía sobre mi cuerpo casi inerte y resbalaba por mi ropa. Sentí unas ganas terribles de volver a verla, así que fui al único lugar donde podía encontrarla, el acantilado.

Y allí la hallé. Pero la manera en que la encontré no era como yo pretendía. Me acerqué al árbol y vi un grabado en el tronco. Decía así:

Me duele amarte
Sabiendo que ya te perdí
Tan sólo quedara la lluvia
Mojando mi llanto
Y me hablará de ti
Me duele amarte
Los sueños que eran para tí
Se pierden con cada palabra
Con cada momento que esperé vivir
Me duele más imaginar
Que tú te vas y dejaras
Detrás de ti
Tu ausencia en mis brazos
Me duele tanto sospechar
Que ni tu sombra volverá
Para abrigar
Mi alma en pedazos
Me duele amarte así
Hasta morir
Lanzándome a la nada viéndote partir
Me duele aquel Abril
Cuando te vi
Por vez primera y dije que eras para mi
Me duele amarte tanto

Pero al alzar la vista la encontré. Colgada de una de las ramas más alejadas del suelo. Su cuerpo inerte colgaba del precipicio y yo ya no podía hacer nada. Ya no sabía qué hacer con mi vida, pues sin ella no tenía sentido. Fue tardía mi reacción, y eso le llevó a morir por mí, por mi amor, un amor que yo creía que nunca llegaría, pero que ya estaba en mí, pues desde que la vi no pude hacer más que pensar en ella y recordarla eternamente. Pero ahora ella se había marchado por mi culpa, y yo no podía hacer menos. Me acerqué a ella con una tristeza enorme. Me encontraba fatal profanando su tumba, una tumba vaporosa e imperceptible, pero presente en mi corazón. Al acercarme sentí mucho frío, mi calor se iba apagando poco a poco. Le cogí de la mano congelada por la brisa. Le di el beso que nunca me atreví a darle y até su cuerda a mi cuerpo. Noté como la cuerda me apretaba el cuello e impedía mi respiración, pero estaba junto a ella. Conforme más tiempo pasaba, más la veía envuelta de luces. Allí me esperaba y, yo, alegre y feliz, me dirigía a ella.



Es un relato triste, pero así veo a mi amiga soledad, a quien (creo) seguiré eternamente.
Gracias.

18.4.09

Explicación de la falla

Este es mi primera entrada en este blog que, como muchos otros, no sé si tendrá un período de duración de más de dos meses.
He elegido el título de "La Gimnodeiya" porque ésta fue mi primera muestra de mi poder de escritura coordinada, coherente y con significado.
Pero ahora me atreveré con un poco de fantasía moralista. Nosé si será bien recibida, pero aún así, les dejo una pequeña muestra de ella.

Éste lo he titulado como "Caminos". Me gustaría que dejaráis un comentario donde explicaseis que se os queda, que se os transmite.

Cuando uno se hunde en la desesperación de no conocer lo que está sucediendo a su alredeor, siente miedo, frío, y unas ganas increíbles de conocer el porqué de las cosas. En en ese momento cuando su mente, que habitaba dormida desde hace mucho tiempo, empieza a funcionar, un poco mal al principio, pero en cuestión de pocos pensamientos se vuelve tan ágil como cuando lo era en su bella época de oro donde adquiria una gran maduración. Entonces, es el momento en el que el ser se da cuenta del camino que, sin darse cuenta, ha tomado su vida... Han cambiado sus valores, sus ideales, su visión del mundo, todo su interior clama revueltas por la libertad y se da cuanta de que sin pensar ha cambiado y se dispone a analizar si dicho cambio ha sido bueno o malo. Piensa durante unos minutos, muy decisivos en su vida. Al final de su pensamiento entiende que ha cambiado y que lo que antes repelía, ahora le atrae i lo que le gustaba le sigue gustando. Sin embargo lo que ahora le atrae le llena su espíritu mucho más que lo que le gustaba, dándose asi cuaenta de que su vida ha tornado de dirección y se dirige hacia un camino desconocido, y tiene ansias por conocer el final. Empieza a andar un poco desconcertado pero conforme se hunde en el espesor del camino, se da cuenta de que su vida tiene más sentido, asi que decide continuar. A los pocos momentos, se encuentra con un amigo del pasado que estaba tirado en el camino al lado de un árbol, con lo que éste le pregunta que hacia donde se dirigia. Al responderle muy habilmente, donde me lleve el camino, el amigo desapareció desvaneciendose en un humo blanco que se extendía. Extrañado el ser, oyó al viento decir: "Yo soy el camino, sígueme". Por un momento sintió paz i felicidad en su interior, pero se desvaneció de repente, asi que no siguió al viento en su ir y venir extravagante, sinó que siguió donde su corazón le marcaba. Siguiendo su bello instinto, llegó al claro del bosque donde se hallaba un viejo templo derruido. En el centro se hallaba otro ser que quería quitarse lo mas bello que podía tener, su vida. Al acercarse, le preguntó porqué había decidido quitarsela, a lo que obtuvo por respuesta que no había encontrado su camino. El ser le devolvió con una pregunta como esta: "¿Pero lo has buscado muy en el interior?". No obtuvo respuesta alguna, pero su instinto le incitó a hablar diciendo: "Caminos por andar hay muchos, pero el de cada uno lo crea él mismo, por eso hay tantos caminos, porque cada uno pertenece a si mismo y no debemos seguir el camino de nadie. Tenemos que crear nuestro propio camino". El ser que había decidido quitarse la vida le preguntó: "Mi vida no tenía sentido, pero quiero averiguar si soy capaz de crear mi propio camino, asi que, ¿puedo acompañarte en tu camino?". El ser, de nuevo muy hábil, dijo: "Solo si prometes que tu camino será el mío". Aceptando de nuevo el otro ser, empezaron a andar quedando así sus vidas unidas por el lazo del amor. Nunca más se separaron, pues se fundieron con la luz unidos por siempre y hasta el final.

Muchas gracias.